Hostigamiento digital: cuando arruinan la vida de una persona a través de internet

Redes. Con la cuarentena se incrementaron los delitos online. (La Voz / Archivo)
Redes. Con la cuarentena se incrementaron los delitos online. (La Voz / Archivo)

En Argentina, algunas prácticas online que ocasionan graves daños en sus víctimas no están tipificadas como delito por el Código Penal. La historia de Silvina, una mujer que sufrió depresión y hasta pensó en dejar su profesión y mudarse de ciudad por el acoso cibernético.

  • En Argentina
  • algunas prácticas online que ocasionan graves daños en sus víctimas no están tipificadas como delito por el Código Penal.
  • La historia de Silvina
  • una mujer que sufrió depresión y hasta pensó en dejar su profesión y mudarse de ciudad por el acoso cibernético.

Nunca imaginó Silvina Balonchard (46) que mudarse a Córdoba y publicar un estado en redes sociales modificaría su vida por completo. El 16 de agosto de 2018 -lo recuerda con claridad- la comunicadora social rosarina escribió en su muro de Facebook. A los pocos minutos, un torrente de notificaciones invadió su teléfono móvil: una mujer comentó varias veces la publicación, utilizando expresiones negativas y molestas.

A partir de ese momento, comenzó una odisea en la que todo lo que hacía y decía en el océano de la web era ridiculizado por comentarios de la misma persona.

En diálogo con La Voz, relató su experiencia: “Para mi fue muy duro, yo llevaba poco tiempo en Córdoba. Como soy comunicadora, mis redes son públicas. Cuando esto empezó, borré los comentarios y traté de solucionar el problema. Pero el acoso continuó y la bloqueé. No sirvió de nada: enseguida creó otros perfiles y siguió comentando. Llegó un momento de acecho permanente, donde cada una de mis historias o publicaciones recibía comentarios negativos. Comenzó a escribirle a mis colegas: descargaba fotos mías, les cortaba la cabeza y las subía a las redes arrobando a otros periodistas, preguntando: ‘¿Qué opinan de esta mujer, que cree que va a hacer comunicación acá?'”.

Para Silvina, su hostigadora “es una persona que está todo el día pendiente de lo que hago. Llegó a reconocerme que posee una carpeta con toda la información sobre mi vida. Sabe lo que hice, cuándo me separé, qué hacen mis hijos, dónde van a la escuela, quiénes son sus amigos. Sus mensajes no constituyen una amenaza en sí mismos, pero ejercen un grado de miedo y violencia difícil de soportar. Si subo una foto mía, al poco tiempo ella publica una imagen similar y escribe algo, burlándose. Pienso que tiene un grado de obsesión: uno nunca sabe hasta dónde va a llegar”.

Hostigamiento. Según Unicef, uno de cada tres jóvenes en el mundo sufre ciberacoso. (La Voz / Archivo)
Hostigamiento. Según Unicef, uno de cada tres jóvenes en el mundo sufre ciberacoso. (La Voz / Archivo)

Entre varias experiencias negativas, la comunicadora recuerda dos que fueron especialmente graves: “Una vez me invitaron a dar una charla en la UTN de Villa María. Cuando la agencia que organizó el evento compartió en sus redes la publicación con los oradores que participarían, entre los cuales estaba yo, esta persona empezó a hacer sus descargos allí. Otros respondieron a los comentarios, y el director de la agencia tuvo que borrar la publicación. Cuando llegué a la disertación, de la que participaban más de 150 ingenieros y profesionales, todos mis colegas preguntaron: ‘¿Qué pasó? ¿Quién es? ¿Qué le hiciste?’

“Otra vez, realizando un vivo por YouTube con una reconocida coach española, recibí comentarios negativos en directo y me puse pálida: sabía de dónde venían. Cambiamos de tema y seguimos, pero tuve que cortar esa parte. No te puedo explicar las palpitaciones y la angustia que sentí. Yo celebro la libertad de expresión a viva voz, pero todo tiene un límite”, subrayó.

Llegó un punto donde Silvina se sobresaltaba con cada notificación que llegaba a su teléfono. “Vivía en un estado de alerta permanente. Subía un podcast a la noche y a la mañana despertaba con comentarios ofensivos. Yo me voy a dormir, pero mi cerebro queda en un modo de alerta: nunca sé cuándo aparecerán los comentarios, lo que genera grandes niveles de estrés”.

Silvina confiesa que a raíz del hostigamiento sufrió períodos de depresión. “Yo trabajo con esto, y me decía ‘no me puede estar pasando a mi’. El acoso te condiciona para todo lo que vayas a hacer, es como estar de rehén. Y también están expuestos los demás, porque si les escriben a tus colegas, todo tu entorno se ve afectado”.

“Llegué al punto de pensar en cerrar mis redes y dedicarme a otra cosa. Pensé en mudarme de ciudad. Quería desaparecer”.

Silvina intentó radicar denuncias en la Policía, pero el accionar de la hostigadora no constituye un delito según el Código Penal vigente en Argentina.

Afortunadamente, Silvina recibió contención por parte de psicólogos y abogados de la Asociación Argentina de Lucha Contra el Cibercrimen (AALCC). Ahora, la organización lanzó una campaña para que el hostigamiento digital sea considerado un delito en Argentina y para que las víctimas puedan tener una herramienta legal con la que defenderse de sus acosadores.

La pandemia agravó la situación de los que sufren acoso digital. Según un relevamiento realizado por la asociación, el cyberbulling es la práctica más frecuente entre los delitos online de los últimos meses, con un 18,75% de prevalencia, seguido por el fraude (16,56%), la extorsión (13,75%), el phishing (12,12%), las calumnias (11,09%), la usurpación de identidad (7,18%) y las amenazas (6,71%).

“Pasamos mucho tiempo teletrabajando. Yo antes hacía un programa de televisión en un canal tradicional y ahora lo tengo online. Entonces estamos más expuestos”, relata la comunicadora.

El de Silvina es un claro ejemplo de hostigamiento digital. Aunque su situación está tratada y contenida, en algunas ocasiones se producen graves consecuencias, incluso irreversibles.

Es paradigmático el caso del DJ cordobés Edu Vázquez, que denunció públicamente varias veces a su exnovia por hostigamiento y terminó quitándose la vida.

Qué es el hostigamiento digital

Diego Migliorisi es un abogado especialista en cibercrimen, presidente de la Asociación Argentina de Lucha Contra el Cibercrimen (AALCC) y autor de varios libros y publicaciones sobre el tema.

Según palabras del letrado, “el hostigamiento digital es una acción realizada a través de medios digitales de manera sistemática y sostenida que tiene la intención de perturbar, injuriar, dañar, molestar, desprestigiar o ridiculizar a otra persona o grupo de personas, y que perdura en el tiempo. No tiene nada que ver con manifestar desacuerdo ni con el acoso sexual, y no se relaciona con la libertad de expresión. En el acoso y el hostigamiento digital no existe una amenaza en generar un daño ni una descalificación. El acosador puede mandar mensajes de textos de manera permanente, saludando, llamando por teléfono, cortando, realizando comentarios en internet. Muchas veces lo hace a través de perfiles falsos: la usurpación de identidad tampoco está tipificada en el código”.

De acuerdo con Migliorisi, se trata de un modus operandi “donde lo que más le importa al autor del hecho es incomodar de manera constante y lograr que la víctima se moleste: ese es el objetivo fundamental. Hemos tenido casos de familias que son acosadas durante años: les toman fotos en la puerta de su casa o del colegio de sus hijos y se las envían por correo electrónico, o llaman por teléfono y les cortan. Parece un mecanismo muy inocente, que no causa daño a simple vista, pero los efectos son terribles y no hay nada que los pueda parar”.

El hostigamiento digital no es delito en Argentina. Las personas que lo sufren son víctimas de persecuciones constantes y molestia sistemática. Al no tener marco legal, no existe la posibilidad de plantear una denuncia por la vía judicial, al menos en el fuero penal. Sólo en la Ciudad de Buenos Aires se instituyó como contravención y la pena supone el pago de una multa.

Para Migliorisi, “los efectos psíquicos son graves en la mayoría de los casos. Algunos terminaron en suicidio o desapareciendo de la vida pública y cerrando sus redes sociales, anulando sus teléfonos, mudándose. El hostigador actúa con total impunidad al no tener legislación de fondo”.

Impunidad. En muchos casos, el anonimato que otorga internet facilita la comisión de delitos. (Pixabay)
Impunidad. En muchos casos, el anonimato que otorga internet facilita la comisión de delitos. (Pixabay)

En España

España es uno de los países que posee una ley contra el hostigamiento digital, establecida en el artículo 172 ter del Código Penal: “Será castigado con la pena de prisión de tres meses a dos años o multa de seis a veinticuatro meses el que acose a una persona llevando a cabo de forma insistente y reiterada, y sin estar legítimamente autorizado, alguna de las conductas siguientes y, de este modo, altere gravemente el desarrollo de su vida cotidiana:

a) La vigile, la persiga o busque su cercanía física.

b) Establezca o intente establecer contacto con ella a través de cualquier medio de comunicación, o por medio de terceras personas.

c) Mediante el uso indebido de sus datos personales, adquiera productos o mercancías, o contrate servicios, o haga que terceras personas se pongan en contacto con ella.

d) Atente contra su libertad o contra su patrimonio, o contra la libertad o patrimonio de otra persona próxima a ella.

Los hechos descritos en este artículo sólo serán perseguibles mediante denuncia de la persona agraviada o de su representante legal.

Daños psicológicos

Lucas Topssian es psicólogo y trabaja en la Asociación Argentina de Lucha contra el Cibercrimen. El especialista diferencia entre tipos de hostigadores: “No es lo mismo el hostigamiento de alguien obsesionado, que es el más frecuente; o alguien que sufre una erotomanía, que es ese delirio donde vos pensás que la otra persona te ama, lo que sería un comportamiento psicótico. También hay hostigamiento en casos de perversión, como el del psicópata, donde lo que quiere es controlar. Hay que pensarlo desde la estructura clínica y no hay un sólo perfil”.

El hostigamiento es especialmente dañino en niños y adolescentes. Topssian diferencia “si las víctimas son adolescentes, si es un mayor que hostiga a un menor, o si se produce en el contexto de la pareja. Cuando el hostigamiento se repite y dura en el tiempo, estamos en el terreno de la violencia psicológica, que hoy toma la modalidad online. Las víctimas sufren un daño moral -al honor y al nombre- y un daño psíquico que debe medirse en cada caso. El atacado se angustia al no saber de dónde proviene el ataque, se estresa y se deprime. También puede darse en contexto de parejas que no funcionaron bien, por lo que el agresor intenta controlar a la víctima, como en el caso de los celos patológicos”.

Otro tipo de acosador frecuente son los erotómanos: “En este tipo de delirio, el sujeto lee un signo claro e inconfundible de un amor que no existe, que puede ser cualquier gesto del otro. Como su \’amado\’ no responde, el erotómano reacciona al final de su delirio con rencor, buscando reivindicación y la venganza. Aquí encontramos una versión psicótica de los hostigadores. Finalmente, nos toca evaluar si no se trata de un hostigador perverso. Es el caso de los pedófilos y pederastas, que pueden hostigar a sus víctimas para obtener material de abuso u obligarlas a realizar otros actos”.

La perfilación del victimario se realiza “con el material de los chats, la relación de la víctima con el atacante, el rastreo de la culpa y la vergüenza y la presencia de fenómenos de lenguaje relacionados con las estructuras clínicas. Por eso es importante conservar el material. Pero todos los hostigadores tienen una característica en común: la impulsividad y la actitud irreflexiva”.

Campaña en Change 

Silvina accedió a compartir su historia porque quiere que se produzca un cambio en la legislación argentina, para que las víctimas dispongan de una herramienta con la que defenderse. “Yo ya trascendí la vergüenza y la culpa, la terapia me ayudó muchísimo. Por eso para mí es tan importante que se difunda: si a alguien le está pasando, que sepa que hay gente que va a prestarles atención, escucharlas y sugerirles qué hacer”.

Silvina Balonchard. Relató su caso de hostigamiento digital y quiere que haya una herramienta para que las víctimas puedan defenderse. (Facebook)
Silvina Balonchard. Relató su caso de hostigamiento digital y quiere que haya una herramienta para que las víctimas puedan defenderse. (Facebook)

Los ciudadanos pueden firmar la petición en change para que el Senado de la Nación trate una ley contra el hostigamiento en Argentina y poder ayudar a las víctimas, a través de este link de Change.org.

Si sos víctima de hostigamiento digital o conocés a alguien de tu entorno lo padece, podés escribir a esta dirección de correo e informarte en este sitio web.