Redes sociales: tres conductas dañinas que piden convertir en delito
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Hay dos denuncias por día por hostigamiento digital en la Ciudad. Quieren que se incluya en el Código Penal junto a otras dos prácticas. Historias de víctimas.
Penélope Canonico
Salen de un teclado, cubiertos por un manto de impunidad, y llegan a las manos del destinatario que lo ve en la pantalla de su celular, tablet o en la computadora. Son mensajes intimidatorios que tienen como único objetivo causar daño. Y lo logran. En Argentina, esta práctica online, conocida como ciberbullying, no está tipificada como delito por el Código Penal. En la Ciudad de Buenos Aires es una contravención desde 2018.
El hostigamiento digital está entre las cinco conductas más denunciadas luego de delitos como el fraude, la extorsión, el robo de datos y las amenazas, según un relevamiento hecho por la Asociación Argentina de Lucha contra el Cibercrimen (AALCC).
¿De qué se trata? El ciberbullying es un modus operandi que implica perseguir y molestar a otra persona a través de medios informáticos, en forma sistemática y constante. El objetivo suele ser incomodar y molestar a la víctima.
“El anonimato que ofrece Internet sumado al vacío legal contribuyen a que estos hechos queden impunes. Al no haber ley, las víctimas no pueden realizar la denuncia y el hostigador continúa su accionar en forma indefinida”, cuestiona Diego Migliorisi, abogado especialista en cibercrimen y presidente de la AALCC, en diálogo con Clarín.
Entre enero y mayo, la Unidad Fiscal Especializada en Delitos y Contravenciones Informáticas (Ufedyci) de la Ciudad de Buenos Aires recibió 337 denuncias online y anónimas por hostigamiento digital -poco más de dos por día- de las cuales 125 están en trámite. En el primer cuatrimestre del año anterior se reportaron 404.
“La denuncia anónima es beneficiosa en términos de acceso a la Justicia, pero la imposibilidad -que muchas veces suele presentarse- de contactar al denunciante impide avanzar con la investigación”, señalan desde el Ministerio Público Fiscal porteño que ofrece canales de denuncias las 24 horas.
Sin embargo, en el resto de las provincias no existe la oportunidad de plantear una denuncia por la vía judicial, al menos en el fuero penal. “Tienen que esperar a que el hostigador las amenace, calumnie o extorsione para poder denunciar por otro delito. Pero, en varios casos, el agresor conoce los límites para garantizar su impunidad”, advierte Migliorisi.
En esta línea, Luis Nocera, presidente de la AALCC, subraya que hay otras dos prácticas nocivas que se desprenden del hostigamiento digital y también deberían incluirse en el Código Penal.
“Hay varios proyectos de ley presentados en relación a esta problemática. Se debe definir qué se entiende por hostigamiento digital dentro del mismo armado normativo. Asimismo, deberían tipificarse tanto la suplantación de identidad digital como la publicación de imágenes íntimas sin consentimiento porque el hostigamiento suele realizarse a través de perfiles falsos o de imágenes que no se corresponden con la persona”.
Las marcas de dolor
Son múltiples los efectos que el hostigamiento digital produce en las víctimas, condicionando su forma de actuar. Secuelas psicológicas, paranoia constante, el desarrollo de un cuadro de ansiedad, cambio de trabajo o lugar de residencia y depresión son denominadores comunes entre las víctimas.
“El hostigado tiende a eliminar sus perfiles de redes sociales para no recibir contactos del agresor y por temor a sufrir una escalada de violencia, como lesiones o amenazas. En numerosas situaciones, los efectos psíquicos son graves. “Algunos terminaron en suicidio o desapareciendo de la vida pública, cerraron sus redes sociales y anularon sus teléfonos”, describe el experto.
“Se precisa una ley nacional que incorpore al ciberbullying u hostigamiento como delito en el Código Penal Argentino. Hemos llevado varias iniciativas al parlamento , pero falta decisión y que los representantes del pueblo piensen en el sufrimiento de las víctimas”, analiza Nocera.
Tres vidas hostigadas
Estefanía (prefiere reservar su identidad) es hostigada por su ex pareja desde hace más de 8 meses. “Nos separamos en malos términos, amenazó con matarme y lo denuncié. Me dieron una perimetral que incluye el cese de hostigamiento por todos los medios”, le revela a Clarín con un tono de angustia.
“Si no contara con esta medida, no hubiese podido denunciar nada porque no habría delito. Se tipificó un delito por el incumplimiento a una medida judicial, no por el hostigamiento digital que en provincia de Buenos Aires no existe”, explica cargada de impotencia.
Según le cuenta a este medio, el agresor la contactaba desde su celular. Llamadas y mensajes reiterados. Después, empezó a crear usuarios falsos en Instagram para revisar sus publicaciones. Los bloqueaba, pero al día siguiente aparecía uno nuevo. Incluso, generó usuarios en Twitter para intentar exponerla haciendo públicas cuestiones de su vida privada.
Sufrió problemas de insomnio, ansiedad generalizada y ataques de llanto. Todo consta en su historia clínica. “Tener a alguien que constantemente te respira en la nuca y busca averiguar todos tus movimientos es insoportable. Te volvés paranoico porque no hay cara visible ni recursos legales para defenderse”, expresa sumida en el dolor.
Difamación en las redes
Celeste, quien también pide no revelar su nombre, experimentó durante varios meses ininterrumpidos un constante estado de alerta en las redes sociales. Es atormentada por usuarios anónimos con mensajes privados y públicos que aluden a su ex pareja.
Si bien, la frecuencia de las intimidaciones bajaron en el último tiempo, Celeste está convencida de que nunca van a culminar. Sospecha que se trata de una mujer que tuvo una relación amorosa con su ex.
“Es inútil bloquear esas cuentas porque enseguida crea otras para enviar mensajes intimidatorios con la intención de amedrentar, no dejarme en paz y molestar a mi entorno. De hecho, se contactó con el director de un grupo donde hacía actividades artísticas”, le cuenta a Clarín.
Y recuerda: “Usó fotos de mi perfil para publicar mentiras en por lo menos 15 grupos públicos de Facebook en los que la gente suele denunciar y escrachar a delincuentes. Escribió que junto con mi ex engañamos para estafar y robar y alentaba a los usuarios a que compartieran el posteo para alcanzar la mayor cantidad de público posible”.
“Mi estado anímico empezó a decaer y transité días corridos sin poder dormir. Como el hostigamiento digital no está legislado, tuve que iniciar una querella criminal por calumnias e injurias. La ausencia de límites por falta de ley es la que le otorga al agresor la impunidad. Solamente quienes lo padecemos entendemos el daño que puede llegar a causar en el día a día”, resume.
Obsesión en las redes
Silvina Balonchard nunca imaginó que mudarse a Córdoba y publicar un estado en redes sociales transformaría su vida en una película de terror. El 16 de agosto de 2018 posteó en su muro de Facebook una imagen junto a una nueva amistad con quien más tarde iniciaría un noviazgo. A los pocos minutos, un torrente de notificaciones invadió su teléfono móvil: una mujer comentó varias veces la publicación, utilizando expresiones negativas y molestas.
“A partir de ese momento, comenzó una odisea en la que todo lo que hacía y decía en el océano de la web era ridiculizado por comentarios de la misma persona”, señala en diálogo con Clarín.
Para Silvina, quien es comunicadora y terapeuta, su hostigadora es una persona que está todo el día pendiente de lo que hace. “Sabe lo que hice, cuándo me separé, qué hacen mis hijos, a qué escuela van y quiénes son sus amigos. El acoso te condiciona para todo lo que vayas a hacer, es como estar de rehén. Llegó un momento en el que mi angustia era tan grande que lo único que quería era desaparecer”, relata.
El 15 de julio de 2020 realizó una denuncia penal por acoso y hostigamiento, pero la justicia dispuso caratularla como amenazas calificadas pese al caudal probatorio acompañado y le negó una medida de restricción. “En Córdoba el hostigamiento digital no es un delito tipificado y queremos avanzar en una presentación que lo contemple como tal porque el aumento de casos es cada vez mayor”, señala su abogada, Daniela Pavón.
Lo cierto, es que la incorporación de la figura de “hostigamiento digital” sigue siendo una asignatura pendiente. Un deuda para miles de víctimas que lo padecen en sus cotidianidades.
fuente : https://www.clarin.com/sociedad/redes-sociales-conductas-daninas-piden-convertir-delito-testimonios-victimas_0_zLGfhocCDQ.html